Influencias Culturales en los Orígenes Cristianos III.

El rasgo más característico de Sabiduría (Sophia), una obra apócrifa del judaísmo helenizado, era el de presentar su figura como el poder divino que otorgaba al justo las cuatro virtudes cardinales del alma platónica: la prudencia, la fortaleza, la justicia y la templanza. Un indudable contenido extraído de los Diálogos de Platón como virtudes del alma inmortal.

Mito de la Muerte-Resurrección I.

El dios sumerio-acadio-babilonio Dumuzi-Tammuz se convirtió en arquetipo y modelo de los dioses que morían y resucitaban al modo de la naturaleza vegetal. Si bien, más allá de las lectura cósmica o antropológica del mito, y más allá de las posibles interpretaciones mistéricas, Tammuz ofreció durante siglos abundante misericordia y consuelo con los que aliviar los sufrimientos de los afligidos.

Mito de la Muerte-Resurrección III.

Dumuzi-Inanna, Tammuz-Ishtar, Osiris-Isis, Adonis-Astarté, Atis-Cibeles, Dioniso-Deméter (y Perséfone) y Mitra-Anahita, entre otros, representaron distintas formas y denominaciones de un mismo mito soteriológico del mediador, que desafiaba al destino de los arcontes planetarios y liberaba (salvaba) el alma-espíritu de la corrupción de la materia. El iniciado moría con el dios y resucitaba con él.

Mito de la Muerte-Resurrección IV.

Pablo de Tarso compartía la concepción, de origen griego, de una inmortalidad después de la muerte, aunque interpretada de una manera particular. Pues «la existencia ulterior no era absolutamente una existencia desencarnada; había un “cuerpo espiritual” que sobrevivía a la muerte, o, para utilizar su expresión: que “resucitaba”. La doctrina del “cuerpo espiritual” está atestiguada en otras tradiciones».