© Eliseo Ferrer (Desde una antropología materialista).
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El libro aborda de las bases materiales de la creación del mundo y de lo sagrado. Un Mundo que el autor define como algo «en permanente construcción, a cargo de Sujetos Operatorios que encontraron el primer «sentido» en su relación con los animales y en la regularidad de los movimientos cósmicos».
Como afirma el autor, lejos de todo sensacionalismo y de toda intención perturbadora, lo que encontrará en este libro es un conjunto de fenómenos, más o menos relacionados y sostenidos por estructuras y relatos de sentido, que constituyen el fundamento de la práctica totalidad de las culturas antiguas. Es decir, encontrará una serie de fenómenos no accidentales ni gratuitos, reiterados temporalmente bajo la práctica del ritualismo y provistos del significado analógico, práctico y finalista que les ofrecían los mitos. De tal manera que, cuando hablamos de «sacrificios humanos», hablamos de rituales sangrientos en los que se asesinaba a hombres, a mujeres y a niños no de forma cruel, inopinada y caprichosa, sino a través de una liturgia perfectamente institucionalizada, cuyas razones de índole práctico aparecían fundadas en los mitos. Es lo mismo que ocurre cuando hablamos de «canibalismo ritual» o de «antropofagia mística», dentro de cuyas consideraciones se excluyen las prácticas, sin duda reales, motivadas por razones límite y derivadas de una necesidad meramente supervivencial y biológic
Y algo parecido ocurre también cuando hablamos de «sexualidad ritual» o de «prostitución sagrada», que no debemos entender bajo la influencia de las anacrónicas ideologías desde las que se estudiaron estos asuntos a lo largo del siglo diecinueve y una buena parte del veinte, sino desde una perspectiva muy diferente… Una punto de vista que exige contemplar la sacralidad de la sexualidad femenina dentro de los cultos neolíticos de la fertilidad, como correlato de la sacralidad de la tierra y de la diosa madre; y que, entre otros, englobaba elementos tan heterogéneos como la mitología de la muerte y la resurrección ritual del hijo y/o amante de la divinidad; la concepción de la diosa-tierra y de las diosas antiguas (Inanna, Ishtar, Astarté, etc.) como garantía de regeneración y fecundidad del cosmos; o la institución del rito del matrimonio sagrado (hieros gamos) en el que el cielo y la tierra, representados por el soberano y por una hieródula del templo de la diosa, copulaban dentro de los ritos y ceremoniales del año nuevo.