El Árbol Cósmico representaba el misterio central que explicaba la renovación periódica del mundo a través del poder oculto de la diosa neolítica como totalidad viviente. Un contexto agrícola en el que la Diosa Madre regulaba el flujo de los jugos de la tierra, que, por medio del árbol, extraía de las profundidades para alimentar a los hombres.