Eliseo Ferrer

Eliseo Ferrer presenta el «Chrestianismo» de Martijn Linssen a los hablantes de lengua española.

Eliseo Ferrer. autor y ensayista.

La Crítica Textual, a fondo. Eliseo Ferrer presenta la obra del autor holandés Martijn Linssen a los hablantes de lengua española.

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A propósito del libro del autor holandés Martijn Linssen: «Gospels, Epistles, Old Testament – The order of books according to Jesus Christ», publicado a finales del pasado año 2023. Un libro realmente sorprendente e innovador que presenta una radical ruptura con los convencionalismos tradicionales en torno a los orígenes del cristianismo primitivo. ¡Las traducciones han sido fraudulentas!

Comentario introductorio y gran entrevista:

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© Desde una antropología materialista.

Eliseo Ferrer

J. Alberto Valero-Matas / Reseña del libro «Sacrificios humanos, canibalismo y sexualidad ritual en el mundo antiguo».

Eliseo Ferrer, autor.

J. Alberto Valero-Matas / Reseña del libro de Eliseo Ferrer, «Sacrificios humanos, canibalismo y sexualidad ritual en el mundo antiguo».


Revistas UVA. Ediciones Universidad de Valladolid.


JOURNAL OF THE SOCIOLOGY AND THEORY OF RELIGION (JSTR), nº 17 (2025): 177-179. ISSN: 2255-2715

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© Desde una antropología materialista.

Eliseo Ferrer

¿Hubo alguna vez sociedades y culturas sin religión? Carta a Jorge Liberati.

Eliseo Ferrer, autor.

¿Orígenes de lo sagrado o lo sagrado de los orígenes?
CARTA A JORGE LIBERATI

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Eliseo Ferrer (declarado ateo esencialista) plantea en esta carta pública un carácter «sagrado» de los orígenes antropológicos de las distintas culturas; y ello desde posiciones materialistas que nada tienen que ver con el creacionismo divino de la teología ni con el de las creencias religiosas. Ferrer ofrece como puntos de referencia los trabajos de Walter Burkert y de Gustavo Bueno, para situarnos en un estadio previo a la cultura humana dominado por la cultura animal de los homínidos y los primates. Al mismo tiempo, Eliseo Ferrer, sobre la base del Materialismo Filosófico de Bueno, hace una disección conceptual de campos gnoseológicos (religión, relaciones numinosas, chamanismo, magia, fetichismo, santidad, etc.) contenidos dentro de la idea de lo sagrado, para llegar a la conclusión de que la Religión (institucionalizada), tal y como hoy la entendemos, es un fenómeno relativamente reciente, fruto del zoroastrismo persa y de los filósofos griegos. De esta forma, apoyado en los tres estadios de Gustavo Bueno, el autor habla de Cultos animales, Cultos mitológicos y Religiones teológicas.


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© Desde una antropología materialista.

Eliseo Ferrer

Preámbulo del libro «Sacrificios Humanos» (de Eliseo Ferrer).

Eliseo Ferrer, autor.

© Eliseo Ferrer (Desde una antropología materialista).

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El libro aborda de las bases materiales de la creación del mundo y de lo sagrado. Un Mundo que el autor define como algo «en permanente construcción, a cargo de Sujetos Operatorios que encontraron el primer «sentido» en su relación con los animales y en la regularidad de los movimientos cósmicos».

Como afirma el autor, lejos de todo sensacionalismo y de toda intención perturbadora, lo que encontrará en este libro es un conjunto de fenómenos, más o menos relacionados y sostenidos por estructuras y relatos de sentido, que constituyen el fundamento de la práctica totalidad de las culturas antiguas. Es decir, encontrará una serie de fenómenos no accidentales ni gratuitos, reiterados temporalmente bajo la práctica del ritualismo y provistos del significado analógico, práctico y finalista que les ofrecían los mitos. De tal manera que, cuando hablamos de «sacrificios humanos», hablamos de rituales sangrientos en los que se asesinaba a hombres, a mujeres y a niños no de forma cruel, inopinada y caprichosa, sino a través de una liturgia perfectamente institucionalizada, cuyas razones de índole práctico aparecían fundadas en los mitos. Es lo mismo que ocurre cuando hablamos de «canibalismo ritual» o de «antropofagia mística», dentro de cuyas consideraciones se excluyen las prácticas, sin duda reales, motivadas por razones límite y derivadas de una necesidad meramente supervivencial y biológic

Y algo parecido ocurre también cuando hablamos de «sexualidad ritual» o de «prostitución sagrada», que no debemos entender bajo la influencia de las anacrónicas ideologías desde las que se estudiaron estos asuntos a lo largo del siglo diecinueve y una buena parte del veinte, sino desde una perspectiva muy diferente… Una punto de vista que exige contemplar la sacralidad de la sexualidad femenina dentro de los cultos neolíticos de la fertilidad, como correlato de la sacralidad de la tierra y de la diosa madre; y que, entre otros, englobaba elementos tan heterogéneos como la mitología de la muerte y la resurrección ritual del hijo y/o amante de la divinidad; la concepción de la diosa-tierra y de las diosas antiguas (Inanna, Ishtar, Astarté, etc.) como garantía de regeneración y fecundidad del cosmos; o la institución del rito del matrimonio sagrado (hieros gamos) en el que el cielo y la tierra, representados por el soberano y por una hieródula del templo de la diosa, copulaban dentro de los ritos y ceremoniales del año nuevo.

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Eliseo Ferrer, Sacrificios Humanos

Sac. Humanos, Canibalismo y Sexualidad Ritual en el Mundo Antiguo.

Eliseo Ferrer, autor de Sacrificios Humanos

SACRIFICIOS HUMANOS, CANIBALISMO Y SEXUALIDAD RITUAL EN EL MUNDO ANTIGUO. (Elementos para una teoría de la construcción de lo sagrado).

Nuevo libro de Eliseo Ferrer. (Noviembre, 2023).

© Desde una antropología materialista.

Se trata de las bases materiales de la creación del mundo y de lo sagrado: un Mundo en permanente construcción, a cargo de Sujetos Operatorios que encontraron el primer «sentido» en su relación con los animales y en la regularidad de los movimientos cósmicos.

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El autor incluye los contenidos de esta obra dentro del contexto que estableció el tránsito entre los cultos paleolíticos a los númenes animales («religión primaria») y los cultos mitológicos del Neolítico («religión secundaria»), en ese tiempo en que se produjo la revolución agrícola, seguida de la revolución urbana de los primeros cultivadores junto a las grandes cuencas fluviales. Se trata de contenidos que fueron en parte sugeridos en su libro Sacrificio y drama del Rey Sagrado (2021), pero que aquí amplía y reformula de cara, entre otros objetivos, a reforzar los elementos básicos de una teoría antropológica de la construcción de lo sagrado. Si bien, como el mismo autor reconoce, con el propósito más amplio de reconsiderar y volver al estudio de una serie de fenómenos socioculturales sometidos secularmente a interpretaciones teológicas e ideológicas, cuando no a todo tipo de prejuicios culturales y religiosos. Que es lo que sucede generalmente cuando hablamos de «sacrificios humanos», de «prostitución sagrada», de «canibalismo ritual» o de «expiación y redención en el mundo antiguo».

A través de un elaborado preámbulo en el que expone la filosofía materialista de la religión de Gustavo Bueno, Eliseo Ferrer toma precauciones para evitar que los contenidos expuestos (realmente extraños y sorprendentes para un lector contemporáneo) «puedan parecer construidos desde un formalismo hipostasiado, de carácter idealista, que deje a sus referentes flotando entre el más absoluto vacío ontológico y las ficciones del capricho de autor. Al contrario, —señala— me veo en la obligación de aclarar que los cinco grandes fenómenos que se abordan (el sacrificio humano ritualizado, el rey sagrado asesinado y resucitado, el canibalismo ritual, la sexualidad ritual y la expiación y la redención en el mundo antiguo) forman parte de una reconstrucción real (y no imaginaria ni literaria), sujeta metodológicamente a una línea temporal de carácter dialéctico y procesual, dentro de contextos que los engloban y someten a constante interacción: un proceso que tiene su origen en la acción, el trabajo con diferentes elementos materiales y la interacción de los hombres con el medio ambiente a través de las herramientas y el uso racional de las diferentes técnicas de supervivencia».

Lejos de una revelación sobrenatural y muy lejos también de un dios creador y omnipotente, Ferrer sienta las bases de la creación del mundo y del nacimiento de las primeras instituciones sagradas en las relaciones de los distintos grupos humanos con el medio material circundante. Como ha repetido en innumerables ocasiones, todas las ideas de la teología (no solo de la filosofía) provienen de conceptos prácticos, de carácter técnico, que surgieron a partir del primer sistema de producción de la historia: aquel que se manifestó en las culturas neolíticas a través del descubrimiento y la práctica de la agricultura. «He aquí, en la repetición de los ciclos cósmicos —explica—, la base antropológica y prehistórica que excluye cualquier otra interpretación de tipo metafísico o teológico en torno a las nociones primigenias de inmortalidad, reencarnación, resurrección, etc.».

No hubo, en consecuencia, y según esta perspectiva, revelación sobrenatural ni manifestación transcendente de lo sagrado en un momento determinado de la historia. Por paradójico que parezca, la base de la construcción espiritualista (que venía fraguándose desde el Paleolítico a través de la relación de los primeros hombres con los númenes animales) se desarrolló en simbiosis, dentro de una continua espiral de interrelaciones recíprocas, con la manipulación del medio natural a través de las manos, a través de las herramientas, de las armas de caza y de las primeras técnicas de producción de bienes de uso y consumo.

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Eliseo Ferrer

Jorge Liberati analiza a fondo el libro SACRIFICIOS HUMANOS, de Eliseo Ferrer.

Eliseo Ferrer, autor.

Reseña de mi nuevo libro: SACRIFICIOS HUMANOS, CANIBALISMO Y SEXUALIDAD RITUAL EN EL MUNDO ANTIGUO. (Elementos para una teoría de la construcción de lo sagrado).

Esta amplia reseña ha aparecido en: Revista RELACIONES. Montevideo (Uruguay). Nº 478 – Marzo de 2024. Páginas 24 y 25.

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Os dejo el enlace al PDF del extenso comentario crítico que JORGE LIBERATI, de Montevideo, ha hecho a mi nuevo libro: SACRIFICIOS HUMANOS, CANIBALISMO Y SEXUALIDAD RITUAL EN EL MUNDO ANTIGUO.

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Según Liberati, la obra se consagra como construcción del todo original, materialista en el sentido de un materialismo no visiblemente histórico ni estrictamente dialéctico. Una visión independiente y objetiva, aunque apasionada, seriamente documentada de acuerdo a una estructura temática convincente y cuyo poder de persuasión no abriga el propósito de contravenir los principios fundamentales de la tradición teológica, sino el de investigar sus antecedentes y demostrar sus ancestrales correlaciones desde siempre ignoradas o desde siempre solapadas.

(…)

En su nuevo libro, Ferrer empieza por estipular que “las bases de toda construcción sagrada, religiosa, mistérica, espiritual y trascendente, en suma, como queramos llamar a este conjunto de fenómenos de indudable realidad ontológica y carácter objetivo, encuentra su fundamento y su núcleo originario en las condiciones materiales del hombre de las cavernas, dentro de un contexto eminentemente zoológico. Desvela su primigenia razón de ser en la lucha con el medio circundante, en el trabajo con las manos, en la creación de las primeras instituciones culturales y en las distintas técnicas de supervivencia: desde la caza con flechas de puntas de sílex a los primeros rudimentos agrícolas o a las primeras nociones de construcción de espacios cerrados y protegidos de las amenazas exteriores.”

(…)

Hay que decir que el Materialismo Filosófico del español Gustavo Bueno respalda algunas de las más importantes afirmaciones de su compatriota, Eliseo Ferrer.

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Eliseo Ferrer

Eliseo Ferrer / Nueva perspectiva del «Discurso a Diogneto». (Relectura y reinterpretación).

Eliseo Ferrer, autor.

La revelación mística de un cristianismo alejandrino desnudo de fabulaciones y leyendas.

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El Discurso o la Epístola a Diogneto, como queramos llamar a este texto, es un escrito considerado cristiano por las diferentes iglesias, y, aunque no canónico, se encuentra entre los textos aceptados y recomendados por la Iglesia Católica. Pero, cuidado, este texto no es lo que parece… Este escrito encierra un contenido que no es el que pudiera desprenderse de una lectura rápida y superficial.

Tan solo el mito del descenso del Hijo de Dios (el Unigénito) y de su encarnación sirvieron de base en esta obra para explicar un cristianismo de carácter místico y filosófico, en el que, por no haber, no hubo ni Jesús ni muerte ni resurrección del Mesías-Christós. Digamos que el texto de la Epístola o Discurso a Diogneto presenta todas las carencias propias de la literatura «apostólica» relativas a las fabulaciones posteriores, derivadas estas últimas de la lectura literal del midrash evangélico. El texto dirigido a Diogneto no contiene a Jesús, no existe Belén, no hay Nazaret, no hay María, no hay José, no hay Pilatos, tampoco hay apóstoles, no hay Gólgota, no hay crucifixión, etc., etc., etc.). Incluso, presenta algo mucho más grave e irreparable, desde el punto de vista de la «ortodoxia» eclesiástica, tratándose de una obra o un discurso con el que se pretendía instruir a su destinatario sobre los rasgos esenciales de la doctrina de los cristianos: ¡Esta obra carece de Cristo!… ¡En el Discurso a Diogneto no hay Ungido! No hay Mesías; no hay Josué-Jesús y, en consecuencia, no hay tampoco muerte ni resurrección del Unigénito… Por lo que, en última instancia, no hubo tampoco sacrificio redentor del Hijo dentro de una teología muy esquemática, en la que Padre y el Hijo eran los exclusivos protagonistas de la salvación, a través de la operatividad alegórica del mito del descenso a la tierra y de la encarnación del Hijo de Dios.

Y aquí es donde aparecen los primeros e inevitables interrogantes, tratándose de un texto aceptado por la Iglesia: ¿Cómo pudieron llamarse «cristianos» y llamar a su movimiento «cristianismo» gentes que ignoraban por completo el significado del Mesías-Christós y todo el ficticio andamiaje de la «jesusología» de la Iglesia posterior? ¿O hablaban de algo diferente, quizás, cuya nomenclatura fue sustituida en el siglo segundo por el sintagma «cristianos», de contenido semántico y soteriológico similar?

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Eliseo Ferrer

Sobre el arcaico simbolismo de la cruz y el largo y lento proceso de implantación del crucifijo.

Eliseo Ferrer, autor y ensayista.

© Eliseo Ferrer (Desde una antropología materialista).

Presento a través de este post siete enlaces a mi trabajo:

SIGNOS Y SÍMBOLOS DEL CRISTIANISMO PRIMITIVO. EL CENTENARIO Y LENTO PROCESO DE IMPLANTACIÓN CATÓLICA DEL SIMBOLISMO GNÓSTICO DE LA CRUZ Y EL CRUCIFIJO.

Os aseguro que los asuntos que se abordan son de gran interés para todo el mundo. Asuntos que jamás nadie os ha contado:

1. El arcaico simbolismo de la cruz.

2. La cruz, emblema de la resurrección inspirado por el sol.

3. La cruz como representación y esquema del árbol sagrado.

4. La cruz, el signo de la sangre del cordero y la serpiente mosaica.

5. El triunfo de Josué-Jesús sobre los amalecitas bajo el signo de la cruz.

6. El crismón, el pez y la paloma, primeros símbolos cristianos.

7. La imagen del Buen Pastor y el nacimiento medieval del crucifijo.

Espero que los contenidos resulten de vuestro interés.

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© Eliseo Ferrer

Eliseo Ferrer

Sobre los falsos, inverosímiles y fabulosos fundamentos del cristianismo eclesiástico.

Eliseo Ferrer, autor.

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Estimados amigos: A propósito de una entrevista que me hizo Sofía G. Orlowski el pasado año 2021, ésta es la lapidaria «leyenda» que me han dedicado en un foro de ateos militantes, y que me ha sorprendido jocosamente.

Os paso enlace (arriba y abajo) a esta entrevista porque, la verdad, la tenía un poco olvidada; pero estos furibundos increyentes han venido a recordarme que tiene, más allá de la actualidad que la motivó en su día (la salida de mi libro SACRIFICIO Y DRAMA DEL REY SAGRADO en 2021), un indudable valor cultural y mitológico. Y no sé si también religioso.

Un cordial saludo a todos.

Eliseo Ferrer

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© Eliseo Ferrer

Eliseo Ferrer es autor y ensayista.

Sobre la ideologizada subcultura del Galileo de sandalias polvorientas.

Eliseo Ferrer, autor y ensayista.

Escrito dirigido a José Manuel Barreda, a propósito de su nuevo libro «Lucía busca a Jesús».

¿EXISTIÓ JESÚS? ¿NO EXISTIÓ?… SER O NO SER. ¿ES ESA LA CUESTIÓN?

Estimado José Manuel:

Aprovecho para saludarte y para felicitarte por tu nuevo libro, que espero tenga la calidad de tus «Apuntes sobre Jesús y el cristianismo», y que deseo leer en breve. Por lo demás, compruebo que esta nueva obra tuya sigue manteniendo vivas tus antiguas preocupaciones en torno a esa onto-historiología (que yo denomino «jesusología») sobre la figura de «Jesús de Nazaret» (existir o no existir, ser o no ser): los eternos interrogantes sobre la consistencia o inconsistencia histórica del héroe evangélico: el elemento central de la narración del mito del descenso a la tierra y la encarnación del Espíritu-Sabiduría en forma de Hijo de Dios.

Pero, comoquiera que hubiera podido felicitarte en línea privada, aprovecho que has abierto un foro de discusión para transmitirte también algunas reflexiones sobre esos enigmas (¿existió Jesús?) que, a lo largo de los años, no dejan de preocuparte, y que a mí me sorprenden enormemente. Pues solo dentro de los límites de una cultura y una civilización ateo-cristiana, cristiana, europeo-americana y etnocéntrica, que vive prisionera de los textos del Nuevo Testamento y de la interpretación que hizo de los evangelios la Iglesia de finales del siglo segundo, puede causar preocupación y convertirse en tema recurrente un fenómeno hermenéutico nunca planteado en ninguna de las otras culturas y religiones del resto del mundo: la historización del mito de Jesús o, si lo prefieres, la lectura literal de unos textos que hablan del mito de la carnalización del Espíritu divino.

Tres asuntos clave

…Porque la resolución del enigma y la clave de toda esta discusión (sobre si «Jesús» existió o no); de esta «jesusología» que lleva ya dos siglos y medio en marcha con infructuosos resultados, está ahí: en el mito de la encarnación (platónica) del Espíritu-Sabiduría en forma de Hijo de Dios. En el conocimiento científico, antropológico e histórico (y no en lo que dijera Ireneo de Lyon o Tertuliano, o lo que enseñan en las facultades de teología), de lo que fue en la antigüedad el mito de la encarnación de un dios o un hijo de dios.

Todo el problema, inevitablemente, viene de la interpretación que los obispos de la Iglesia hicieron de esta narración mítica en el siglo segundo, con su particular y simplista lectura de los evangelios (literatura midrásica y no biografía ni crónica herodiana); pues estos buenos señores nunca supieron qué hacer o dónde meter la complejísima y refinada teología del gnosticismo cristiano. Todo el problema viene, en definitiva, de que estos obispos «judaizantes» (con Ireneo de Lyon a la cabeza) tuvieron que combatir en el siglo segundo al obispo Marción, a los docetistas en general, y a los gnósticos en particular, y no encontraron mejores argumentos que los que les ofrecía la transformación de la narración mítica (la leyenda aparentemente fabulosa) en una realidad indiscutible que respaldaron posteriormente los dogmas de los sucesivos concilios. ¡Dios y hombre verdadero!

Por supuesto, los textos de los evangelios (que lo que narran es ese mito de la encarnación de un ser divino, que viene al mundo con una finalidad salvífica), antes de ser editados definitivamente a finales del siglo segundo, tuvieron un contexto: el del judaísmo marginal y helenizado de finales del Segundo Templo. Un contexto reflejado en la literatura sapiencial, el profetismo, la apocalíptica, el protognosticismo y el gnosticismo cristiano anterior a la constitución (histórica y no legendaria) de la Iglesia. Todos estos movimientos están perfectamente documentados en lo que se conoce como «literatura intertestamentaria judía» o «apócrifos judíos».

Desde mi punto de vista, estos tres asuntos (conocimiento cabal del mito de la encarnación, conciencia de lo que fueron en origen los evangelios y estudio del contexto literario de los apócrifos judíos del periodo del Segundo Templo) son claves para entender el nacimiento del cristianismo como prolongación, tras la destrucción del Templo de Jerusalén (año 70), de un judaísmo mesiánico de carácter marginal, místico y espiritual. Un judaísmo que utilizaba la lengua griega (y no el arameo), y que se manifestó como la continuidad de ideologías judeo-helenísticas anteriores.

Modestamente, y si me lo permites, voy a hacer algunas observaciones introductorias a estos tres asuntos, que yo considero muy importantes y pueden interesar a algunos de los lectores de este foro.

El mito de la encarnación de la divinidad

Hay que empezar reconociendo que no fue Cristo quien se encarnó en Jesús de Nazaret, como afirman muchos piadosos catequistas y desinformados profesores universitarios. Tampoco cargaron sobre las doloridas espaldas de «un Galileo rebelde» (Jesús) la pesada carga de la teología, como opinan muchos historiadores de tercera o cuarta categoría. En un sentido emic, lo que relatan los textos evangélicos es la encarnación del Espíritu-Sabiduría-Hijo de Dios en la doble figura judaica de Jesús-Josué / Mesías-Christós; a través de cuya narración mítica el Hijo de Dios se hacía hombre.

Si bien, en un sentido etic, hemos de descubrir el carácter alegórico y simbólico de esa narración; la cual, más allá de la lectura literal (el Hijo de Dios se hace Hombre) y en una lectura más profunda, nos transporta a la idea gnóstica del componente divino (la chispa de luz) en el interior de los hombres.

Como bien decía Campbell, a quien recomiendo leer, «en realidad, Dios no se hacía Hombre, ni divinizaba y adoptaba a un ser humano; sino que el hombre, el propio mundo, se sabía divino; de cuya experiencia antropológica se derivaba un campo de inagotable profundidad espiritual». He aquí el secreto y la base del mito de la encarnación de la divinidad.

Y lo mismo opinaba el teólogo Rudolf Bultmann, quien entendía que el mito de la encarnación aludía y explicaba, a través de una narración fabulosa, el componente divino de hombres, que se sentían muy superiores a lo animales y al resto de la creación.

¿Qué son los evangelios?

Los evangelios no son biografías, ni crónicas de la historia herodiana, por más que les pese a muchos sedicentes historiadores. Como he dicho más arriba, «el texto de los evangelios es el relato de la encarnación del Espíritu-Sabiduría-Hijo de Dios en la doble figura judaica de Jesús-Josué / Mesías-Christós; a través de cuya narración mítica el Hijo de Dios se hacía hombre».

Uno de los errores más importantes de la investigación deriva de la incapacidad (y la ignorancia) para entender que los evangelios (en un sentido amplio, que incluye a canónicos y gnósticos) fueron. en origen, literatura midrásica (Midrash-Pésher): textos alegóricos y simbólicos inspirados en motivos escriturarios, que implicaban varios niveles diferentes de lectura e intentaban explicar el mundo en el que vivían sus redactores. Una literatura desarrollada, en origen, sobre el trasfondo de los arquetipos de la ideología apocalíptica (revelación, reino de Dios, juez celestial, juicio final, resurrección, etc.) en transición a un protognosticismo de base pre-paulina o paulina (revelador, descenso del Espíritu-Hijo de Dios, salvación, regreso a los cielos, etc.).

En este sentido, recomiendo a todos un libro de 2008, pero que ha llegado muy recientemente a mis manos. Se trata de «Textos fuente y contextuales de la narrativa evangélica. Metodología aplicada a una selección del evangelio de Marcos», de Miguel Pérez Fernández.

Además, remito a los lectores a las páginas de mi libro «Sacrificio y drama del Rey Sagrado» (549-594), donde expongo los particulares métodos de interpretación y estudio de las Escrituras y la construcción de nuevos textos en el judaísmo de la época.

La literatura intertestamentaria

Resulta sorprendente la ignorancia muy generalizada entre los cristianos de lo que se conoce como «apócrifos judíos intertestamentarios» (en este apartado, recomiendo la monumental obra de Alejandro Díez Macho en cinco volúmenes), quienes, junto a la obra de Filón de Alejandría y algunos textos de Qumrán, constituyen la base de las teologías del gnosticismo cristiano y del cristianismo católico de la Iglesia. Se trata de construcciones textuales que, basadas en las metodologías Midrash-Pésher, rescatan, invariablemente, figuras y temas escriturarios del Antiguo Testamento para injertarlos en la problemática (apocalíptica, sapiencial o protognóstica) y ofrecer respuesta a los interrogantes y preocupaciones del momento histórico de sus redactores. Así, encontramos las «Odas de Salomón»; la «Sabiduría de Salomón»; los «Salmos de Salomón»; el «Apocalipsis Siriaco de Baruc (II Baruc)»; «IV Esdras»; el «Libro de las Parábolas de Henoc (1 Henoc)»; los «Oráculos Sibilinos»; la «Asunción de Moisés»; los «Testamentos de los Doce Patriarcas»; el «Libro de los jubileos»; el «Apocalipsis de Moisés»; la «Vida de Adán y Eva»; «José y Asenet»; «Oración de Manasés»; «2 Henoc»; «3 Henoc»; «Ascensión de Isaías»; «Testamento de Adán»; «Testamento de Job»; «Testamento de Moisés»; «Testamento de Abraham»; «Testamentos de Isaac y de Jacob»; «Testamento de Salomón»; «Apocalipsis de Adán»; «Apocalipsis de Abraham»; «Apocalipsis de Elías»; «Apocalipsis de Sofonías»; «11QMelquisedec»; etc., etc., etc.

Es decir, en la literatura apócrifa judía inmediatamente anterior y posterior a las guerras macabeas encontramos a Adán, Eva, Henoc, Abraham, Isaac, Jacob, José, los doce patriarcas, Melquisedec, Moisés, Sofonías, Isaías, Elías, Baruc, Esdras, etc., etc., etc. Y tras esta retahíla interminable de títulos que llevan consigo un sinnúmero de figuras veterotestamentarias, a mí me resulta enormemente sospechoso que no aparezca la importantísima figura del salvador Josué-Jesús, hijo de Nun (el pez), quien nada más llegar a la Tierra Prometida atravesó el Jordán (a modo de rito de iniciación) y eligió a doce discípulos que amontonaron doce piedras en señal de conmemoración.

Y yo me pregunto finalmente, ¿no tendremos el midrash de Josué-Jesús, hijo de Nun, ante nuestras narices, en la narración del Jesús-Josué de los evangelios, sin quererlo ver? ¿No será que los arboles de la lectura literal de estos textos y la dogmática de la Iglesia no nos dejan ver la evidencia de la frondosa selva de los orígenes?

He aquí una propuesta sobre la que yo no me he pronunciado todavía. pero que presento a tu consideración: una hipótesis abierta a la inteligencia de investigadores con ganas de aprender por sí mismos (no loros acatarrados), valientes, comprometidos e irreductibles.

Un cordial saludo. / Eliseo Ferrer

Eliseo Ferrer

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