Ellseo Ferrer

Actitud favorable del mundo académico sobre SDRS.

Eliseo Ferrer

Estimados amigos: A través de la presente nota os informo de que, tras haber sido objeto de una docena de reseñas universitarias ampliamente satisfactorias, durante estas semanas prenavideñas (2022) celebramos debate abierto en Academia.edu sobre mi libro SDRS.

Os dejo algunos enlaces para que valoréis la positiva respuesta:

—Journal of the Sociology and Theory of Religion: Acceder.

—Biblical Criticism & History Forum: Acceder.

—Universidad de Tubinga: Acceder.

—Universidad de Valladolid: Acceder.

—Universidad de Sevilla. David Florido: Acceder.

—Universidad de Zaragoza: Acceder.

—Universidad del Estado de Michigan: Acceder.

—ARIES. Antropólogos Iberoamericanos en Red: Acceder.

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ORCID. OPEN RESEARH CONTRIBUTOR. Acceder a ORCID.

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Como digo, hasta el 31 de diciembre celebramos un interesante debate de carácter académico dentro de la red social Academia.edu sobre mi libro SACRIFICIO Y DRAMA DEL REY SAGRADO (Genealogía, antropología e historia del mito de Cristo. Madrid. 2021).

Anoto el enlace de un PDF de setenta páginas con el preámbulo del libro, el índice de materias y la bibliografía. Utilizamos este texto como base  de discusión y debate.

Descarga PDF. Introduccion, indice y bibliografia

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© Eliseo Ferrer

Eliseo Ferrer, Jorge Liberati

Entrevista. Por Jorge Liberati, Revista Relaciones (Montevideo).

Eliseo Ferrer, Jorge Liberati, Revista Relacioners

Descargar entrevista a Eliseo Ferrer.

Por Jorge Liberati. Revista RELACIONES. Montevideo (Uruguay). Noviembre de 2023. Nº 474.

Entre los cultos mistéricos y el gnosticismo / Una construcción fruto de un proceso milenario que demanda la presencia de la antropología, de la protohistoria y de la historia antigua.

Cuatro intensas páginas en las que un materialista ateo habla a fondo del cristianismo, de la religión y de lo sagrado.

Four intense pages (Revista RELACIONES, Montevideo) in which an atheist materialist speaks in depth about Christianity, religion and the anthropological phenomenon of the sacred.

Descargar entrevista a Eliseo Ferrer.

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© Eliseo Ferrer

Eliseo Ferrer, Jorge Liberati

Reseña de J. Liberati (Montevideo) al libro SDRS.

Eliseo Ferrer, Jorge Liberati, Revista Relaciones

Descargar Comentario de Jorge Liberati

Revista RELACIONES. Montevideo (Uruguay). Julio de 2023. Nº 470.

El escritor y crítico uruguayo comentó lo siguiente en su reseña del libro «Sacrificio y Drama del Rey Sagrado:

En torno a la formación del mito de Cristo: «De una primera lectura de la obra surge que toda la literatura generada por o asimilada a la tradición católica, desde sus inicios hacia finales del siglo II de nuestra era, especialmente su cristología, el destino escatológico del mito (muerte y resurrección) y el significado soteriológico de Cristo (como Salvador), resulta solo un breve capítulo en la gran historia cuyos orígenes inmediatos se remontan al lejano pasado».

«Este monumento, refinado instrumento de demostración teórica y fáctica al servicio de una tesis indiscutiblemente capital, reviste una gran belleza ensayística. Puede interpretarse como exploración extensiva en el territorio historiográfico más complicado, de tránsito escabroso y múltiples senderos. Territorio en general amojonado por la pasión religiosa, el fervor místico. la fantasía o aun la magia. Pero también como indagación intensiva, como arrojado y honesto buceo en un mar documental, a veces demasiado en calma y otras veces demasiado borrascoso, en el que abunda la tergiversación milenaria y testimonios que resultan casi siempre copias de copias a través de siglos».

Descargar Comentario de Jorge Liberati

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© Eliseo Ferrer

Eliseo Ferrer

Los libertarios españoles elogian el libro SDRS.

Eliseo Ferrer

Descargar texto de la revista Libre Pensamiento

Estimados amigos: A través de la presente nota os informo de que, tras haber sido objeto de una docena de reseñas universitarias ampliamente satisfactorias, durante las semanas prenavideñas (2022) tuvimos un debate abierto en Academia.edu sobre mi libro «SACRIFICIO Y DRAMA DEL REY SAGRADO (Genealogía, antropología e historia del mito de Cristo)» que resultó sumamente interesante y alentador. Participaron más de cuatrocientas personas (en español e inglés) y la valoración del balance fue realmente positiva. Digamos que el mundo académico (o la representación que participó) se pronunció favorablemente de forma muy mayoritaria. Pues solo de forma residual aparecieron algunas críticas de escaso fundamento y nulo valor intelectual provenientes de sectores recalcitrantes y extremos: evangélicos fundamentalistas y católicos tridentinos.

Por lo demás, el año 2022 acabó con una gran noticia, ya que recibimos el número de verano de la prestigiosa revista libertaria LIBRE PENSAMIENTO, donde un escrito de su director, Jacinto Ceacero Cubillo, dedicaba tres extraordinarias páginas al libro de marras.

Adjunto PDF con estos comentarios de la revista LIBRE PENSAMIENTO.

Descargar texto de la revista Libre Pensamiento

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© Eliseo Ferrer

Eliseo Ferrer

El Cristo Solar de la Resurrección, Más Allá del Mero Simbolismo Eclesiástico.

Eliseo Ferrer

© Eliseo Ferrer (Desde una antropología materialista).

Descargar texto completo con citas y referencias

Mas allá del mero simbolismo, encontramos en Juliano una relación de identidad (de «mismidad») entre Helios-Sol y el «Hijo Unigénito» («el único») que permite el intercambio nominal o la sustitución de los términos sin variar sus significados. El jesuita Antonio Orbe lo entendió también con mucha claridad cuando manifestó que «los teólogos solares adaptaron la tradición pitagórica sustituyendo el Logos por el Sol, que dirigía, desde el centro de las esferas planetarias, el coro de las Musas y producía el acorde sinfónico que aseguraba la unidad del mundo. Tal adaptación, sensible entre los estoicos del siglo primero, alcanzó largo éxito y había de llegar hasta los platónicos del Renacimiento». Es decir, a partir del platonismo y del estoicismo, el Sol, más allá de ser un símbolo de la vida en la tierra, un evidente paradigma de inmortalidad y un agente de salvación de algunos cultos mistéricos, incluso un fetiche de adoración panteísta, se convirtió en el mecanismo clave de la teología racional (gnosticismo) sobre la que se construyó el mito de Cristo. Pues, asimilado al «fuego inteligente», el Sol acabó transformándose, en el mundo grecorromano, en un principio cósmico: «De hierofanía se convirtió en idea, siguiendo un proceso análogo al de otros dioses uránicos. […] Así, por ejemplo, la subordinación del sol a Dios recordaba el mito primitivo del demiurgo solarizado, sus relaciones con la fecundidad y el drama vegetal, etc. Pero, en general, [los nuevos rasgos] no fueron sino una pálida imagen de lo que en otro tiempo significaron las hierofanías solares; una pálida imagen que el racionalismo borró casi por completo». Ya hemos visto que, para Platón, el Sol fue la imagen del Bien, tal como se manifestaba en la esfera de las cosas visibles; para los órficos, fue la inteligencia del mundo, y, para los estoicos, la fuente del fuego inteligente que hacía posible la inteligibilidad del mundo. Pero en este contexto intelectualista, el proceso de racionalización y el sincretismo se fueron desarrollando conjuntamente hasta llegar, en los siglos cuarto y quinto, a visiones sincrético-racionalistas y elaboraciones, como la ofrecida por el emperador Juliano.

En consecuencia, solamente desde una concepción dogmática y muy estrecha de los orígenes del cristianismo puede decirse que el Sol fuese un mero símbolo de Cristo, eludiendo, como hicieron los padres de la Iglesia, los teólogos y en general toda la cristiandad, el trasfondo mítico que subyacía al judaísmo helenizado del siglo primero y el sustrato racional de la primera teología cristiana. Unos contextos culturales en los que el Sol fue mucho más que un símbolo ocasional del Logos: fue algo que pertenecía, como el Hijo manifestado, a la esencia misma del Logos, y que, en consecuencia, le otorgaba a Cristo el rango de entidad solar bajo relación de identidad y no de mero simbolismo. Y digo «entidad solar» y no «divinidad» o «dios solar», porque Jesucristo no fue, en realidad, una divinidad, sino el Hijo de Dios, el Logos, construido con los materiales de la filosofía alejandrina del platonismo medio y del eclecticismo filoniano: un héroe solar con rasgos similares a otros tantos héroes míticos presentes tanto en las Escrituras judías como en la literatura pagana. De esta forma, como Logos racional, Cristo fue el Sol (el Logos Solar), tal y como han interpretado durante veinte siglos todas las corrientes del gnosticismo cristiano. Como Salvador e Hijo de Dios, en el plano de la devoción popular, Cristo fue también un héroe solar, exactamente igual que lo fueron Josué y Sansón en el judaísmo, o Apolo, Dioniso, Marte, Mercurio, Esculapio, Heracles, Serapis, Osiris, Horus, Adonis, Némesis, Pan, Saturno, Adad e incluso Júpiter en el paganismo. Y como deidad que, además, respondía al arquetipo de la muerte y la resurrección, el Sol fue una pieza imprescindible (junto a la Luna) del lenguaje y del discurso mítico que daba razón y explicaba el significado soteriológico de su misterio redentor. No hemos de olvidar que, desde la más remota antigüedad, tal y como ejemplificaba la barca solar de Ra, el Sol había ejercido de psicopompo, transportando, tras el ocaso, por Poniente, y el descenso a los infiernos, las almas de los muertos que debían de ascender, a la mañana siguiente, hacia el reino de la luz celeste.

Si bien, la identificación de Cristo con el Sol no tuvo nada que ver, en origen, ni con el panteísmo popularizado y degenerado del mundo romano, ni tampoco con el mero «simbolismo glorioso» que le atribuyen hoy algunos teólogos contemporáneos. El Cristo-Sol de la filosofía, como toda la base gnóstica de la teología de la Iglesia, fue resultado del pensamiento y del eclecticismo alejandrino del siglo primero que, a través de Filón, contempló la fusión del platonismo interpretado por la tradición y del estoicismo de la época. Digamos que solo muy tardíamente, y tras la aparición en escena del emperador Constantino, pudo identificarse a Jesucristo con el Sol Invictus y con el dios Mitra; pero no hemos de olvidar que ello fue posible porque el mito de Cristo contenía en sí mismo, desde el judaísmo helenizado en el que había nacido, todos los ingredientes que hicieron posible la asimilación de la herencia romana posterior. Como Logos identificado con el Sol, Cristo podía recibir con todo derecho el apelativo «Invictus», que finalmente le transfirieron las autoridades del Imperio; y como Salvador y Psicopompo patrocinado desde el poder, podía perfectamente asimilarse y hasta apropiarse de las funciones del dios Mitra, sin que ello supusiese cambio o degradación alguna de su idiosincrasia originaria.  

La identidad solar y las analogías de todo tipo con la astrología aparecieron en los primeros textos del cristianismo eclesiástico y se encuentran, por lo tanto, en las páginas del Nuevo Testamento. Estuvieron presentes desde mismo momento en que el evangelio de Juany el Apocalipsis identificaron al Mesías de Israel con la Palabra del Génesis y con el Logos-Hijo de Dios de la filosofía judeo-alejandrina. Por otra parte, cuando el evangelio de Marcos trataba de demostrar la resurrección mediante las condiciones y disposición de la sepultura y del descubrimiento de la tumba vacía, situaba estas imágenes en la mañana del domingo (el día del Sol) y justo a la hora del sol naciente. Si bien, hemos de reconocer que no sería hasta mucho tiempo después cuando, en el siglo cuarto, quedaría instituido el dies Solis, o domingo, como el día del Señor.

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© Del libro SACRIFICIO Y DRAMA DEL REY SAGRADO. pp. 665-692.

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© Eliseo Ferrer

Eliseo Ferrer

Astrología y Culto Solar en el Mundo Tardoantiguo Grecorromano.

Eliseo Ferrer

© Eliseo Ferrer (desde una antropología materialista).

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Conviene recordar una vez más que no caben definiciones intemporales y ahistóricas en nuestra tarea; que el culto solar y la astrología, lo mismo que los mitos o las divinidades antiguas, nunca manifestaron una sustancia invariable ni presentaron los mismos contenidos en todo momento y circunstancia. Casi me cuesta trabajo reiterar que la heterogeneidad de relatos míticos referenciados en al aparente movimiento cósmico de la tierra, el sol, la luna o las estrellas, fueron resultado de la construcción cultural de diferentes pueblos a lo largo de miles de años de historia; cuyo comienzo, a nuestros efectos, hemos situado en el Neolítico, pero que en realidad se pierden en la oscura noche de los tiempos de la prehistoria. Ni siquiera las denominaciones «culto solar» y «astrología», en la línea que seguimos, han sido conceptos invariables a lo largo del tiempo. Por lo que entiendo que una posición esencialista y racionalista sobre estos asuntos no nos conducirá más que a la corta perspectiva de unas anteojeras que miran al pasado a través de las quimeras y los prejuicios del universo simbólico de nuestro propio mundo.

La otra observación preliminar va dirigida a disipar los excesos de ese racionalismo moderno que ha presentado el culto al sol a través de dos perspectivas aparentemente diferentes, pero en el fondo coincidentes. Una, la de aquéllos que encontraron y universalizaron la devoción solar en lo que, sin ningún fundamento, denominaron «los orígenes de la humanidad» o «el principio de los tiempos». Y la segunda, la de aquellos otros que llegaron a la misma conclusión, pero, lejos del origen, descubrieron una supuesta universalidad y totalización del culto astral-solar a lo largo del transcurso del tiempo. La primera posición, mantenida hoy en determinados círculos esotéricos y de gran aceptación en cierta subcultura de Internet, viene a ser algo así como una suerte de difusionismo primigenio de carácter inmanente: una «revelación» panteísta, anterior al principio de la historia, que vería al Sol como representación suprema, tendría su origen en el mito de la Atlántida y hallaría su realización fáctica en el antiguo Egipto. La otra posición, de mayor complejidad y de más entidad y nivel que la anterior, fue sin duda la mantenida por Max Müller y los discípulos de su escuela, quienes interpretaron todo el sistema de la mitología como un discurso narrativo derivado exclusivamente de la perspectiva del movimiento de los astros y del espectáculo del cielo. Y entre una y otra posición encontramos al singular autor francés Charles François Dupuis, quien, en su obra Compendio del origen de todos los cultos, escrita en plena Revolución francesa, consideraba al sol, a la luna, a las estrellas y a los planetas como los referentes indudables y únicos de todos los credos religiosos. Digamos que, influidos por el neoplatonismo renacentista florentino, por Macrobio y por la tradición hermética, los racionalistas de la modernidad del siglo dieciocho interpretaron la religión como un discurso descontextualizado y ahistórico referido a los fenómenos terrestres en relación a los celestes; considerando que los mitos antiguos no eran sino un lenguaje didáctico fundado exclusivamente en combinaciones astronómicas.

Como reconocía Eliade, se creía antaño, en los tiempos heroicos de la Historia de las Religiones, que la humanidad entera había conocido el culto al sol. Los primeros intentos de la mitología comparada encontraban prácticamente en todas partes vestigios de este culto. Sin embargo, ya en 1870, un etnólogo de la categoría de Adolf Bastian hizo notar que el culto solar solo aparecía, de hecho, muy aisladamente y en muy pocas regiones del mundo. Y, medio siglo más tarde, James G. Frazer, volviendo a ocuparse del problema, hizo notar la inconsistencia de los elementos solares en África, Australia, Melanesia, Polinesia y Micronesia. «Inconsistencia que aparecía también, con muy pocas excepciones, en América del Norte y del Sur. Solo en Egipto, en Asia y en la Europa arcaica eso que se ha dado en llamar “culto al sol” gozó de un favor que, en ocasiones, como en Egipto, pudo llegar a tener una verdadera preponderancia». A lo que cabe añadir que, al otro lado del Atlántico, el culto solar no se desarrolló más que en Perú y en México; es decir, en los dos únicos espacios americanos precolombinos con cierto nivel de civilización y de desarrollo cultural.

Efectivamente, hubo un culto solar propiamente dicho en Egipto, primero a través de Ra, y, a partir del Imperio Nuevo, tras «la osirización de éste y la solarización de Osiris-Horus», en la amalgama soteriológica representada por Ra-Osiris-Horus. Hubo culto solar en determinadas tribus indoeuropeas, en algunos pueblos asiáticos, en Mesopotamia y en Siria. Hubo una teología racionalista de carácter astral entre los filósofos e ilustrados griegos creadores del Logos solar. Se dio estricta adoración solar en el culto imperial romano del siglo tercero, importado desde Siria por Heliogábalo y reinstaurado, más tarde, con otras formas y presupuestos, por Aureliano. Y se produjo un sorprendente sincretismo solar en los dos últimos siglos del Imperio romano, bajo cuya teología se integraron los arcaicos mitos cosmológicos, readaptados a las religiones de misterio, y las nuevas concepciones astrológicas y solares llegadas desde Siria y Mesopotamia.

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© Del libro SACRIFICIO Y DRAMA DEL REY SAHRADO. pp. 343-364

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© Eliseo Ferrer

Eliseo Ferrer

Índice, Preámbulo y Bibliografía de «Sacrificio y drama del rey Sagrado».

Eliseo Ferrer

Una lectura ALTERNATIVA del fenómeno cristiano desde UNA ANTROPOLOGIA MATERIALISTA, EL ESTUDIO DE LOS TEXTOS Y LOS METODOS HISTORICO-CRITICOS.

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UN CRISTIANISMO JUDEO-HELENÍSTICO SIN HISTORIA EVANGÉLICA NI PUNTO CERO.

El Mesías-Cristo de la Iglesia es un mito ancestral y arcaico reformulado por las sectas del mesianismo místico y apocalíptico judío, y transformado por el gnosticismo y por la Iglesia del siglo segundo.

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© Eliseo Ferrer

Eliseo Ferrer

Sacrificio y drama del Rey Sagrado. Nota de Prensa.

Eliseo Ferrer

UN CRISTIANISMO JUDEDO-HELENISTICO SIN HISTORIA EVANGELICA NI «PUNTO CERO».

El Mesías-Cristo de la Iglesia: Un mito ancestral y arcaico reformulado por las sectas del mesianismo místico y apocalíptico judío, y transformado por la Iglesia del siglo segundo.

Descargar Indice, Preámbulo y Bibliografía

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Acaba de aparecer recientemente el libro SACRIFICIO Y DRAMA DEL REY SAGRADO (Genealogía, antropología e historia del mito de Cristo), del autor Eliseo Ferrer. Una obra de un interés realmente especial por su originalidad y su carácter inédito, en la que se ofrece una visión alternativa y muy crítica de los orígenes del cristianismo: algo completamente diferente a lo que estamos acostumbrados a oír y completamente distinto también a lo que nos han contado y transmitido. La teoría del cristianismo que propone este libro en sus páginas es la de un sistema de ideas y creencias en continua evolución socio-cultural, donde aparece excluida la figura histórica de Jesús y en la que no caben las mitologías piadosas ni las crónicas fabulosas creadas por la Iglesia.

Es decir, Eliseo Ferrer propone en Sacrificio y drama del Rey Sagrado una visión alternativa y crítica de los fundamentos del cristianismo que nada tiene que ver en absoluto con la doctrina, los relatos y la «historia» teológica transmitida por la Iglesia Católica y heredada por la Iglesia ortodoxa y por las distintas iglesias luteranas. «Pues, situado dentro del contexto del mesianismo judío, el cristianismo de los “orígenes” fue —según Ferrer— un fenómeno enormemente complejo que nada tuvo que ver con las simplificaciones de los catecismos eclesiásticos, ni tampoco con las ficciones que más tarde construyeron los reformadores luteranos a través de su ucronía de pureza (Urgemeinde)».

Como afirma su autor, para entender el fenómeno en su verdadera dimensión hemos de saber, en primer lugar, qué fueron el protognosticismo y el gnosticismo cristiano, y entender también qué papel desempeñaron la literatura sapiencial judía, la literatura intertestamentaria y la literatura apocalíptica entre ciertas sectas mesiánicas judías del periodo final del Segundo Templo. «Y, además de todo ello, y muy importante, hay que valorar en su justo término los hechos acaecidos el año setenta de nuestra era con la destrucción del Templo de Jerusalén en la primera guerra judía contra Roma; además de conocer las técnicas exegéticas y la particular hermenéutica (midrash, derásh, pésher, etc.) que utilizaron en la interpretación de las Escrituras los diferentes judaísmos prerrabínicos, y a través de cuyos métodos fueron redactados los primeros textos de los evangelios».

La obra parte del significado de mitos análogos al del «Mesías-Cristo» a lo largo de la prehistoria y de la historia antigua, fundamentados en el desarrollo de la idea de la muerte y la resurrección del dios-hijo; y situados dentro del complejo mítico-ritual del «Sacrificio del Rey Sagrado» de los cultos de la vegetación, tal y como definiera su arquetipo James G. Frazer. A continuación, desarrolla el sentido y la significación histórica de los dioses de la muerte y la resurrección en las religiones de misterio, derivadas de aquellas nociones arcaicas. Y sustenta la parte final de la obra en el mito apocalíptico, de origen persa, de la llegada del Mesías-Juez de determinadas sectas del judaísmo prerrabínico, antes de ser transformado por Pablo de Tarso y finalmente asimilado por el gnosticismo cristiano y por la Iglesia del siglo segundo.

«La obra —según se afirma en su introducción— está realizada desde la perspectiva aconfesional, laica y no religiosa del autor, y desde una metodología holista y dialéctica, basada en criterios de materialidad gnoseológica». De tal manera que la perspectiva del cristianismo que propone Sacrificio y drama del Rey Sagrado aparece dividida en tres partes, que la obra presenta a través de tres «libros» sucesivos: una teoría antropológica basada en el mito del Sacrificio del Rey Sagrado, en primer lugar; a continuación, una teórica histórico-filosófica (mistérica) fundamentada en el platonismo heredado por la tradición helenística, por ciertos sectores del judaísmo y por la Iglesia romana; y, finalmente, una teoría histórico-crítica del Mesías-Cristo de Israel a través del estudio de la historia propiamente dicha y de los textos (hermenéutica) del judaísmo del Segundo Templo y de los distintos judeocristianismos de los siglos primero y segundo, anteriores a la constitución de la Iglesia.

«En el plano de las representaciones fundamentales —nos aclara Eliseo Ferrer—, junto al mito redentorista del arcaico Rey Sagrado (muerte-resurrección del hijo) complementa la figura definitiva del Mesías-Cristo (de acuerdo a la labor de fusión de Pablo de Tarso) el mito gnóstico de salvación (alegoría del descenso a la tierra del hijo de dios y regreso a los cielos), operativo desde los brahamanes prehinduistas hasta el mazdeísmo zoroastriano y el Cristo del gnosticismo cristiano. Un mismo hilo conductor este último que vincula diacrónicamente y en franca sucesión temporal las figuras salvadoras del mediador del Śvetāśvatara-Upanishad; el Saoshyant del mazdeísmo zoroastriano; el Maitreya budista; el Krishna y los avatāras del hinduismo; el Saoshyant de los textos pahlevis; el Mitra romanizado de los piratas cilicios; el Salvador de los Oráculos de Histaspes de la literatura apocalíptica en griego, y el Mesías-Cristo y Juez celestial de cierta literatura apocalíptica judía. Una figura ésta que las cartas de Pablo de Tarso fundieron con el destino del Rey Sagrado mistérico, dando lugar con ello al Cristo del gnosticismo cristiano y al Cristo del cristianismo romano de la Iglesia».

Vaya por delante, como asegura su autor en la introducción, que ésta no es una obra de consenso académico; y tampoco una obra guiada por la fe religiosa, ni por los presupuestos decimonónicos del ateísmo antirreligioso y anticristiano. Se trata de una obra eminentemente crítica, basada en una rigurosa metodología, que pone radicalmente en cuestión la artificial construcción de la Iglesia a finales del siglo segundo y los planteamientos legendarios y fabulosos sobre los que cimentó su doctrina.

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Eliseo Ferrer

My Farewell to “Jesusology” and the Crazy Idea of “Historical Jesus”.

Eliseo Ferrer

© Eliseo Ferrer (From a materialist anthropology).

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Clarifications about my position in relation to a matter that worries so much in social networks in Spanish: Did Jesus of Nazareth exist?

I don’t think my position on the existence or non-existence of the Jesus of history is of much interest in and of itself to many people; it does, however, I think, in relation to my book «Sacrifice and drama of the Sacred King»; a work that is experiencing a strong commercial momentum in recent months (according to what they tell me from the publisher), and that due to its voluminous nature (800 pages) makes many people reach hasty (and even wrong) conclusions without having read its contents.

For this reason, I am going to try to make my position clear on the matter… And the first thing I want to say is that I have never affirmed, neither in this book, nor verbally nor in writing in comments or articles, that «Jesus of Nazareth never existed ». Evidently, I would have to be crazy or to be a donkey of capital category to make similar dogmatic affirmations of metaphysical character. What I have done in certain comments (and always outside of my book «Sacrifice and drama») has been to reject the inconsistent arguments used to demonstrate its historicity; that is, to oppose, in general terms, a «Jesusology» that is not very responsible with the truth criteria, isolated from the Christian faith (from theology), and often disguised in academic clothing.

So, consequently, I have never affirmed that «Jesus of Nazareth existed» and walked his dusty sandals through the history of Galilee and Judea. I have never said the one, nor have I ever said the other; neither in the book «Sacrifice and drama» nor in any of my articles and comments, nor in the social networks in which I usually participate. As is known, I have always considered it a matter of little cultural interest (if we place the figure of Jesus outside the Christian faith) and of lesser intellectual importance (compared to the great challenge presented by the origins of Christianity): a point only within of the twelve texts that I recently published (about the fraudulent and sterile research on Christian origins), and one of the million epistemological problems that a rigorous and serious research on these matters presents. In reality (and I repeat), in «Sacrifice and drama of the Sacred King» (in whose introduction I express my «essential atheism», or philosophical) I do not dedicate a single line to this matter of the historicity or not of the figure of Jesus of Nazareth , when, on the contrary, I dedicate 800 pages to the genealogy, anthropology, textuality and history of the myth of Christ.

What I have said and reiterated (even denounced) in articles, interviews and on this and other Internet networks (never in the aforementioned book), is that the «historical Jesus» or the «Jesus of history» who sold by certain disseminators and best-selling writers (considered in isolation and detached from the Christian religious tradition) is a real joke that reveals the intellectual and moral spirit of those who write this type of novels of fraudulent story. A joke (the one from the movie «the seditious Jesus» or the one about «the armed Galileo») that, however, many people accept, buy and consume with pleasure and delight. Therefore, even if it is only out of respect for all those people who, making use of their freedom, consume this type of editorial products with innocence and candor, I promise not to speak about these matters again for many years; because in the end It will not is a matter that interests me or distracts my attention. Those who write these books are free to do so (as long as there are trees left to make paper), and those who buy them, much freer still, because they also pay for them.

Let it be clear, and I summarize, that I have never said anywhere that «Jesus of Nazareth never existed»; Well, if I don’t find convincing evidence and arguments to affirm its existence, much less to deny it from repugnant metaphysical positions that have always been foreign to me. My criticisms, precisely because of this lack of evidence, have invariably been directed at a supposed «science» of «the historical Jesus» that is nothing more than a subcultural and ideologized construction of teachers and writers eternally handcuffed to the ideology and folklore of the Church, and what I call «Jesusology». For this reason, in this, as in many other matters (exoanthropology, for example), I declare myself an agnostic (with privative alpha: here is a useful phrase created by Thomas H. Huxley and inspired by Christian Gnosticism) because I am not even an enlightened seer that I can glimpse the past, I do not know, nor do I find evidence, nor am I convinced by the arguments of the priest-professors of that lay faith that is all the rage on the Internet and on social networks in Spanish.

But don’t tell me, as I have often been hearing out there that from the Synoptic Gospels and from an interpolated quotation from Flavius Josephus one can make «historical science» (there is so much fatuity that «history» does not seem enough to them and they add the word «science» to hide its inconsistency). Do not tell me either that «Jesus never existed» because this is an unfortunate and metaphysical statement that says everything about the lowest intellectual level of the one who utters it. Let believers speak freely, yes, and whatever they want about the «man Jesus» (of course!), Well, they are within their rights… And whoever decides to follow in the footsteps of my agnosticism, you know… In matters of «Jesusology», silence!

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© Eliseo Ferrer

Eliseo Ferrer

A Radical Critique of Ideas about the Formation and Origins of Christianity.

Eliseo Ferrer

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Dear friends: Regarding an interview that Sofía G. Orlowski did to me last February, this is the lapidary «legend» that they dedicated to me in a forum of militant atheists, and that made me somewhat amused.

I’ll give you a link (above) to this interview because, to be honest, it had forgotten about it a bit; but these unbelievers have come to remind me that it has, beyond the current events that motivated it (the release of my book SACRIFICE AND DRAMA OF THE SACRED KING), an unquestionable cultural and mythological value. And I don’t know if religious too.

A cordial greeting to all.

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© Eliseo Ferrer